25 feb 2023


E L   D U Q U E  DE  L E R M A

   A mis nietos/as, especialmente a María,
    que vive en Talavera de la Reina.
                                                                                          José HERRERA RODAS

Siempre ha habido casos de corrupción entre los políticos españoles. Basta hojear las páginas de nuestra Historia para encontrarlos. Y lo peor del caso es que su conducta ha perjudicado el buen hacer y pulcra condición de la mayoría de los que han puesto y ponen de manifiesto su lealtad, honradez y pundonor.

Nos vamos a referir en este escrito al Duque de Lerma, acaparador insaciable de cargos en el reinado de Felipe III, de quien dijo su padre, Felipe II "Dios, que me ha dado tantos reinos, me ha negado un hijo capaz de gobernarlos".  Felipe III subió al trono en 1598 y durante los 23 años que duró su reinado, España no perdió ninguno de sus territorios, pero su prestigio se vino tatalmente abajo, principalmente porque dejó el poder a validos ávidos de mando y riquezas. Tal es el caso de D. Francisco de Sandoval y Rojas, marqués de Denia y, después Duque de Lerma. Reunió inmensas riquezas, pues especulaba hasta con los cargos públicos, que vendía a los mejores postores. Para facilitar su rapiña, consiguió que el  rey lo autorizara a firmar en su nombre. Quiso que se le admirara como mecenas  y para ello embelleció y engrandeció la Villa Ducal de Lerma, consiguió que la corte se trasladara a Valladolid, donde estuvo cinco años antes de volver a Madrid, para evitar que su propia familia descubriese y delatara sus actividades. Contaba con la colaboración de su hijo, el Duque de Uceda, a quien dijo antes de retirarse: Yo me marcho, pero vos lo echaréis todo a perder. Y se  marchó, pero consiguió, para salvarse de la Justicia, que lo nombraran cardenal  No era necesario ser sacerdote, pero se ordenó un año después. Con la mentalidad de hoy no es posble comprender del todo la actitud de la Iglesia, o de algunos de sus miembros, para permitir tal nombramiento y la posterior ordenación. El pùeblo, indignado, le cantaba:

Para no morir ahorcado
el mayor ladrón de España
se vistió de colorado.


Casariche, 25 de febrero de 2 003





 

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