19 ene 2024



LAS HUERTAS DE CASARICHE

A LOS HORTELANOS DE CASARICHE, 
los que ya se han ido,
a los que están presentes 
y a los que aún tienen que llegar.
JOSÉ HERRERA RODAS

       Es frecuente que al hablar de Casariche elogiemos su historia, admiremos sus lindos paisajes e ignoremos las huertas que tuvo y ya no están. Y como estas han sido su seña de identidad, voy a dedicar este artículo a las mismas. En la ribera alta había: Huerta de Alegrías, con vacas, León, Cable, (que fue residencia del tio Martín) Machaco, Fuente Arriba, Huerta Cercada ,  Andrés, Fuente Rodas, Los Parrales, Berdolago (mi padre)  Los Malinos, China,  Calizos, Dos Deos, Cerrillo, Chirlanga, Pancho, con vacas, y Eugenio y en la ribera Baja, Dolorcitas, El Jagüeño,  Petronila,Hnos Vaqueros,  Pepe el Bicho, Manolito El Manco, Pablo Luna ( con molino harinero) y Cruz Calle Digamos algo de sus habitantes, empezando por el modus vivendi de  los hortelanos. Las hortelanas y sus hijas se dedicaban a tareas domésticas y a cuidar sus animales, gallinas, pavos, conejos... y a recoger los huevos. Cada huerta tenía su casa para  la familia. Normalmente constaba de un espacio más o menos amplio, que estaba a la entrada. Este cuerpo de casa tenía su chimenea, que podía ser a todo lo ancho del mismo (chimenea francesa) o más reducida, en el centro  de la pared. Este cuerpo daba a alguna habitación, a la escalera para subir a la Cámara y al patio. Tenía en el centro de una de las dos paredes paralelas un hueco con puertas que servía para guardar el menaje (y el vino). Era el Chinero. En el patio había algún establo para el ganado, normalmente separado el vacuno de los de carga. Si había una o dos cabras u ovejas,  estaban con los animales mencionados; si eran muchas, tenían su redil aparte. En la cámara había una o más habitaciones y huecos para conservar algunos frutos: patatas, batatas, granadas... Fuera, otras construcciones eran para guardar aperos, carros... y perreras para los canes que tuvieran. Carecían de luz y de agua. Al autor le cabe el orgullo de haber conseguido que el Ayuntamiento les facilitara el suministro de agua. Poco después consiguieron instalar en casa la energía eléctrica, -la luz-. Como no había televisión, algunos compraron un aparato de radio que les permitía seguir novelas-Lucecita- y escuchar las noticias- El Parte-. Antes de tener luz eléctrica, se alumbraban con candiles, y, especialmente con carburos. Era un instrumento que tenía  panza donde se ponía una piedrecita de carburo de calcio (CaC2) y una parte superior que contenía agua. Iban cayendo gotas y se producia un gas (etileno) (H2C2)que ardía en una boquilla, dando su llama luz muy aceptable. Su recuerdo resulta bastante  agradable.

       Todas las casas tenían en la puerta- el llano-,un lugar adaptado para cocinar, el fogarín. En  verano se hacía la cena en este llano. Cuando llovía y no era posible trabajar en la huerta, el hortelano recogía el esparto que tenía guardado y se sentaba en la chimenea a hacer cuerdas (guitas), sogas, o a reparar el aparejo o los serones.  Muchos, casi todos, cada ocho o diez días iban al pueblo a afeitarse a  la barbería, y aprovechaban para tomar sus copitas. Como no había puente, el rio se atravesaba por unas piedras puestas en hilera llamadas pasaderas. Volvían y era característico el olor que producía el jabon de afeitar -Guris_ .Mi padre fue hortelano en la huerta del Patronato, después del hundimiento de la mina de hierro de Corcoya, donde estaba trabajando, siendo su madre, mi abuela, Rosario, casera del mismo cortijo.

       El día- y parte de la noche y de la madrugada- lo pasaban trabajando en la huerta. Ësta constaba de varios trozos llanos, llamados tablas, algo inclinadas al río, que estaba a su derecha, descendiendo. Las tablas se dividían en trozos llamados canteros que se labraban formando bancos alargados de tierra, los almorrones, donde se sembraban  hortalizas. Estos formaban canales entre uno y otro que se regaban con agua del cauce, que estaba cerca de la vía, paralelo a ella Se llevaba el agua  por pequeños canalitos-regueras-y se guiaba  mediante montones de tierra llamados tornas. Las tablas  estaban separadas unas de otras por veredas interiores o arboleda frutal. La floración era un momento muy importante. Se llenaba la huerta de flores y de su aroma.  Desde la piscina se disfrutaba del agradable olor de las flores de manzano y se veía la huerta  como si estuviera nevada. 

       En cada huerta había una pequeña e interesante zona para sembrar las semillas y obtener las plantas  (tomates, pimientos, cebollas...) que luego trasladarían a los canteros. Era la ALMÁCIGA. Ésta se hacía a mediados del invierno, y como el frío y heladas son enemigos de las plantas, sobre todo de las tiernas, le ponían una curiosa calefacción. La almáciga tenía varios metros de larga y dos o tres de ancha, siendo su profundidad de unos 50 centímetros. Allí se le echaba una capa de estiércol que estaba fermentando (esto producía el calor). (Se recogía en los muladares de las casas del pueblo), luego otra capa de mantillo y en él se sembraban las semillas. Se aislaba del exterior con unos paños de cañas trenzadas, que se llamaban zarzos   y se elevaban unos 50 o 60 cm del suelo mediante  estacas que sostenían cañas gruesas  que las soportaban.(¡Admirable sabiduría popular y agrícola!)

       Las hortalizas y las frutas las vendían en la plaza. Algunos la llevaban a La Roda, a Fuente Piedra , a Sierra de Yeguas,... Para ello tenían que levantarse muy temprano. Como muchos no tenían reloj, su despertador era el paso de elgún tren. Transportaban la mercancía en mulos o burros y, los más afortunados, en carros, con el evidente peligro de sentarse en el varal, quedarse dormido y caerse delante de  las ruedas. Afortunadamente no pasó esto nunca. Ida, venta y vuelta duraban sobre 14 horas.

        Pero como hoy "las ciencias adelantan, que es una barbaridad", los sacrificados hortelanos han tenido que adapterse a los nuevos tiempos; se han talado los árboles frutales, porque ni su olor primaveral ni su parecido con la nevada se comen y no dejan dinero, se han plantado olivos en su lugar y en el de las hortalizas. Así, nuestra solidaridad permite que Italia pueda vender más aceite aunque nosotros tengamos que pagarlo más caro y comprar las frutas en América que cuestan más, son más vistosas y hacen que los hortelanos se arruinen. Cuando uno pasa por las antiguas huertas y en su recuerdo se juntan las imágenes de antes con las de ahora, no tiene por menos que exclamar, ¡¡¡quien te ha visto y quien te ve...!!!

        Y es que el  autor se crió en una huerta y ha vivido y gozado de todo lo expuesto y, como los demás niños y jóvenes de entonces, tenía que desplazarse a diario dos veces al pueblo para asistir a la Escuela. ¡No saldrá de su memoria esta vivencia!


(Puede verse con el resto de
mis artículos en el blog CASARICHE-HISTÓRICO)





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